GRUPO - 407
Unidad de Aprendizaje 1:
Aplicación de los principios de la Ética.
Resultado de Aprendizaje:
1.2. Describir de los problemas contemporáneos planteados mediante la aplicación de los valores éticos para
proponer posibles soluciones.
Tabla de valores
Ejercicios 5 y 6
“¿Qué son los valores?”
Rizieri Frondizi
1. El mundo de los valores
Los valores constituyen un
tema nuevo en la filosofía; la disciplina que estudia –la axiología- ensaya sus
primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX. Es cierto que algunos valores
inspiraron profundas páginas a más de un filósofo, desde Platón en adelante, y
que la belleza, la justicia, el bien, la santidad, fueron temas de viva
preocupación de los pensadores en todas las épocas. No es menos cierto, sin
embargo, que tales preocupaciones no lograban recortar una región propia, sino
que cada valor era estudiado aisladamente. La belleza, por ejemplo, interesada por
sí misma y no como representante de una especie más amplia.
Si bien no se ha perdido
interés en el estudio de la belleza, ésta aparece hoy como una de las formas de
una peculiar manera de asomarse al mundo que se llama el valor. Este
descubrimiento es uno de los más importantes de la filosofía y consiste, en lo
fundamental, en distinguir el ser del valer.
Tanto los antiguos como los
modernos incluían, sin tener conciencia de ello, el valor en el ser, y medían a
ambos con la misma vara. Los intentos de axiología se dirigían, sin excepción,
a valores aislados y en particular al bien y al mal. El estudio de estos
valores aislados adquieren hoy nueva significación al advertirse el hilo sutil
que los une y la proyección de luz sobre cada uno de estos sectores que arroja
toda investigación de conjunto anterior a la nueva. En oposición a este
movimiento aparece otro que pretende reducir lo nuevo a lo viejo. Mientras unos
sostienen que toda filosofía no es más que axiología, otros se empeñan en que
los valores no constituyen ninguna novedad, que se ha descubierto un nombre
nuevo para designar viejos modos de ser.
¿A qué podrían reducirse los
valores, según esta última concepción? Tres eran los grandes sectores de la
realidad que habíamos señalado: las cosas, las esencias y los estados
psicológicos. Se intentó, en primer término, reducir los valores a los estados
psicológicos. El valor equivale a lo que nos agrada, dijeron unos; se
identifica con lo deseado, agregaron otros; es el objeto de nuestro interés,
insistieron unos terceros. El agrado, el deseo, el interés, son estados
psicológicos; el valor, para estos filósofos, se reduce a meras vivencias.
En abierta oposición con esta
interpretación psicologista se constituyó una doctrina que adquirió pronto gran
significación y prestigio, y que terminó por sostener, con Nicolai Hartmann,
que los valores son esencias, ideas platónicas. El error de esta asimilación de
los valores a las esencias se debió en algunos pensadores a la confusión de la
irrealidad con la idealidad. La supuesta intemporalidad del valor ha prestado
un gran apoyo a la doctrina que pretende incluir los valores entre los objetos
ideales.
Si bien nadie ha intentado
reducir los valores a las cosas, no hay duda que se confundió a aquellos con
los objetos materiales que los sostienen, estoes, con sus depositarios. La
confusión se originó en el hecho real de que los valores no existen por sí
mismos, sino que descansan en un depositario o sostén que, por o general, es de
orden corporal. Así, la belleza, por ejemplo, no existe por sí sola flotando en
el aire, sino que está incorporada a algún objeto físico: una tecla, un mármol,
un cuerpo humano, etc. La necesidad de un depositario en quien descansar, da al
valor un carácter peculiar, le condena a una vida “parasitaria”, pero tal
idiosincrasia no puede justificar la confusión del sostén con lo sostenido.
Para evitar confusiones en el futuro, conviene distinguir, desde ya, entre los valores y los bienes. Los bienes equivalen a las
cosas valiosas, esto es, a las cosas más el valor que se les ha incorporado.
Así, un trozo de mármol es una mera cosa; la mano del escultor le agrega
belleza al “quitarle todo lo que le sobra”, según la irónica imagen de un
escultor, y el mármol-cosa se transformará en una estatua, en un bien. La
estatua continúa conservando todas las características del mármol común –su
peso, su constitución química, su dureza, etc-; se le ha agregado algo, sin
embargo, que la ha convertido en estatua. Este agregado es el valor estético.
Los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias: son
valores.
2. El valor como bien estructural
Ahora bien, ¿qué son los
valores?
Dijimos que los valores no
existen por sí mismos, al menos en este mundo: necesitan de un depositario en
que descansar. Se nos aparecen, por lo tanto, como meras cualidades de esos
depositarios: belleza de un cuadro, elegancia de un vestido, utilidad de una
herramienta. Si observamos el cuadro, el vestido, la herramienta, veremos, sin
embargo, que la cualidad valorativa es distinta de las otras cualidades.
Hay en los objetos mencionados
algunas cualidades que parecen esenciales para la existencia misma del objeto;
la extensión, la impenetrabilidad y el peso, por ejemplo. Ninguno de esos
objetos podría existir si le faltara alguna de estas cualidades. Por otra
parte, son cualidades que los objetos valiosos comparten con los demás objetos
y que ellos mismos poseían antes de que se les incorporara un valor. Tales
cualidades forman parte de la existencia del objeto, le confiere ser. Pero el
valor no confiere ni agrega ser. Pues la piedra existía plenamente antes de ser
tallada, antes de que se transformara en un bien. Aquellas cualidades
fundamentales, sin las cuales los objetos no podrían existir, son llamadas “cualidades
primarias”. Junto a ellas están las
“cualidades secundarias” o
cualidades sensibles, como el color, el sabor, el olor, etc. –que pueden
distinguirse de las “primarias” debido a su mayor o menor subjetividad, pero
que se asemejan a aquéllas, pues forman parte del ser del objeto. Sea el color
una impresión subjetiva o esté en el objeto, es evidente que no puede haber un
hierro, una tela o un mármol que no tenga color. El color pertenece a la realidad
del objeto, a su ser. La elegancia, la utilidad o la belleza, en cambio, no
forman parte necesariamente del ser del objeto, pues pueden existir cosas que
no tengan tales valores.
“Cualidades terciarias” llamó
Samuel Alexander a los valores, a fin de distinguirlos de las otras dos clases
de cualidades. La denominación no es adecuada porque los valores no constituyen
una tercera especie de cualidades, de acuerdo con un criterio de división
común, sino una clase nueva, según un criterio también nuevo de división. Los
valores no son cosas ni elementos de cosas, sino propiedades, cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos llamados bienes.
Como las cualidades no pueden
existir por sí mismas, los valores pertenecen a los objetos que Husserl llama “no
independientes”, es decir, que no tienen sustantividad. Esta propiedad,
aparentemente sencilla, es una nota fundamental de los valores. Muchos
desvaríos de ciertas teorías axiológicas objetivistas se deben al olvido de que
el valor es una cualidad, un adjetivo. Tales teorías resbalaron del adjetivo al
sustantivo, y al sustantivar al valor, cayeron en especulaciones sin sentido y
en la imposibilidad de descubrir su carácter peculiar. La filosofía actual se
ha curado de la tendencia tradicional de sustantivar todos los elementos
constitutivos de la realidad. Hoy han adquirido importancia, en cambio, lo
verbos, los adjetivos y aun los adverbios.
Detrás de muchos sustantivos
tradicionales hay un adjetivo implícito. No hay que dejarse engañar por el
lenguaje. La lengua asimila las formas de pesar que prevalecen y la nueva
teoría no puede quedar prisionera de la lengua: exige hábitos lingüísticos que
se adapten mejor a las nuevas formas de pensar.
Por ser cualidades, los
valores son entes parasitarios –que no pueden vivir sin apoyarse en objetos
reales- y de frágil existencia, al menos en tanto adjetivos de los “bienes”.
Mientras que las cualidades primarias no pueden eliminarse de los objetos, bastan
unos golpes de martillo para terminar con la utilidad de un instrumento o la
belleza de una estatua. Antes de incorporarse al respectivo portador o
depositario, los valores son meras “posibilidades”, esto es, no tienen
consistencia real, sino virtual.
No hay que confundirlo los
valores con los llamados objetos ideales –esencias, relaciones, conceptos,
entes matemáticos-; la diferencia está en que éstos son ideales mientras que
los valores no lo son.
Mejor se verá la diferencia si
se compara la belleza, que es un valor, con la idea de belleza,
primordialmente, por vía emocional, mientras que la idea de belleza se aprende
por vía intelectual. Una obra sobre estética no produce ninguna emoción, pues
está constituida por conceptos y proposiciones con significación y sentido
intelectual. No sucede lo mismo con un poema, donde la metáfora que usa el
poeta tiene una intención expresiva y de contagio emocional, y no descriptiva o
de conocimiento. De ahí también que los creadores e belleza –poetas, pintores,
compositores- sean con frecuencia malos teóricos aun del propio arte que
cultivan.
A fin de distinguir los
valores de los objetos ideales, se afirma que estos últimos “son”, mientras que
los valores no”son” sino que “valen”. Esta distinción de Lotze, como veremos
más adelante, es útil para señalar una diferencia entre objetos que
habitualmente se confunden, pero es teóricamente objetable.
Se acostumbra afirmar que el
valor es una cualidad irreal. La afirmación es correcta aunque vaga, pues la
cualidad es negativa y no se sabe de que irrealidad se trata. El valor es
irreal en el sentido de que no equivale a ninguna de las cualidades primarias y
secundarias. Ni es una nueva cualidad del mismo tipo. Para indicar este
carácter se le denominó cualidad sui
generis, pero el
agregado no aclara mucho. En otro sentido, el valor es real pues tienen
existencia en el mundo real y no es una mera fantasía del sujeto.
A nuestro juicio, la
irrealidad del valor debe interpretarse como una cualidad estructural (Gestalt-qualität). Una estructura no equivale a la suma
de las partes; tales miembros no son homogéneos. La estructura no es abstracta,
como son los conceptos, sino concreta, individual. Una orquesta sinfónica es un
claro ejemplo de estructura.
Si se interpreta la irrealidad
del valor como una cualidad estructural, se explica su carácter, aparentemente
contradictorio, de depender de las cualidades empíricas en que se apoya pero,
al mismo tiempo, no poder reducirse a tales cualidades.
Una característica fundamental
de los valores es la polaridad. Mientras que las cosas son lo que son, los
valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente
valor negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; lo malo, a lo bueno;
lo injusto, a lo justo, etcétera. No se crea que el desvalor, o valor negativo
existe por sí mismo y no por consecuencia del valor positivo. La “fealdad” tiene
tanta presencia efectivo como la “belleza”; nos encontramos con ella a cada
rato. Lo mismo puede decirse de los demás valores negativos como la injusticia,
lo desagradable, la deslealtad, etcétera.
Se ha dicho muchas veces que
la polaridad implica la ruptura de la indiferencia. Frente a los objetos del
mundo físico podemos ser indiferentes. En cambio, tan pronto se incorpora a
ellos un valor, la indiferencia no es posible; nuestra reacción –y el valor
correspondiente- serán positivos o negativos, de aproximación o rechazo. No hay
obra de arte que sea neutra, ni persona que se mantenga indiferente al escuchar
una sinfonía, leer un poema o ver un cuadro.
Los valores están, además,
ordenados jerárquicamente, esto es, hay valores inferiores y superiores. No debe
confundirse la ordenación jerárquica de los valores con su clasificación. Una
clasificación no implica, necesariamente, un orden jerárquico. Se puede
clasificar a los hombres en gordos y flacos, altos y bajos, solteros y casados,
etcétera, sin que ninguno de los grupos tenga mayor jerarquía que el otro. Los
valores, en cambio, se dan en un orden jerárquico o tabla de valores. La
preferencia revela ese orden jerárquico; al enfrentarse a dos valores, el
hombre prefiere comúnmente el superior, aunque a veces elija el inferior por
dos razones circunstanciales.
Es más fácil afirmar la
existencia de un orden jerárquico que señalar concretamente cual es este orden
o indicar criterios válidos que nos permitan establecerlo. No han faltado, por
cierto, axiólogos que han pretendido fijarlo de una vez por todas. La crítica
ulterior ha mostrado los errores de tales pretensiones y especialmente en los
criterios utilizados. Un ejemplo concreto lo constituye la tabla axiología de
Max Scheler, que ha sido tomada como paradigma en diccionarios y tratados de
lengua castellana, y que está lejos de ofrecer seguridad y consistencia.
Sin embargo, la existencia de
un orden jerárquico es una incitación permanente a la acción creadora y a la
elevación moral. El sentido creador y ascendente de la vida se basa,
fundamentalmente, en la afirmación del valor positivo frente al negativo y del
valor superior frente al inferior.
El hombre individualmente,
tanto como las comunidades y grupos culturales concretos, se apoyan en alguna
tabla. Es cierto que tales tablas no son fijas, sino fluctuantes y no siempre
coherentes; pero es indudable que nuestro comportamiento frente al prójimo, sus
actos, las creaciones estéticas, etcétera, son juzgados y preferidos de acuerdo
con una tabla de valores. Someter a un examen crítico esas tablas de valores
que oscuramente influyen en nuestra conducta y nuestras preferencias, es tarea
irrenunciable de todo hombre culto. No podrá, sin embargo, determinar
críticamente una tabla de valores –dejamos de lado la posibilidad de afirmarla
en forma dogmática- sin examinar previamente la validez de los criterios que
pueden utilizarse para descubrirla.
Lectura para realizar actividad el 02 de marzo
Indicaciones:
- Lee el texto con detenimiento.
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se dice que los valores son los mas importantes para los seres, al igual muchos opinaron cosas diferentes al expresarse que era el "valor" para ellos, obvio todos pensaron diferente. Para mi los valores son muy importantes en nuestra vida cotidiana, pues gracias a ellos las personas se pueden expresar aunque hay veces que si son juzgados por la forma en que lo hacen pero se supone que valor es respetar a las personas por lo que son y por lo que piensan pues todos somos tan diferentes y no hay que hacer lo que no queremos que nos hagan.... Los valores no son objetos si no los derechos que tenemos los seres humanos y al igual la forma de pensar lo que nos hace diferentes. Una caracteristica del valor es la polaridad pues aveces estamos de acuerdo o en desacuerdo con ello, pensamos negativo o positivo...
ResponderBorrarPara mis valores son parte fundamental de la personalidad de cualquier ser humano, pues estos mismos son inculcados por los padres para k los hijos crescan dentro d una buena sociedad y son las bases d su personalidad,creencia y criterio propio pues si contamos con buenos valores podemos crrar un mejor mundo pues reforsar a estos es lo q necesita toda socidad.
ResponderBorrarmariana citlalli orozco gomez 407
los valores son lo mas importante para el ser humano
ResponderBorrarlos vamos desarrollando y perfeccionando por cada persona atraves de su experiencia
en cuanto alas acciones buenas que uno realice comi vivir de manera honesta y ser sinsero los valores son aquellas cosas q nos ayudan a convivir en todos los entornos
soy luis angel juarez cruz
Borrarel mas guapooo!!😘
soy luis angel juarez cruz
Borrarel mas guapooo!!😘