sábado, 28 de febrero de 2015

GRUPO - 408

Unidad de Aprendizaje 1: 
Aplicación de los principios de la Ética.
Resultado de Aprendizaje: 
1.2. Describir de los problemas contemporáneos planteados mediante la aplicación de los valores éticos para proponer posibles soluciones.
Tabla de valores
Ejercicios 5 y 6

“¿Qué son los valores?”
Rizieri Frondizi
1. El mundo de los valores
Los valores constituyen un tema nuevo en la filosofía; la disciplina que estudia –la axiología- ensaya sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX. Es cierto que algunos valores inspiraron profundas páginas a más de un filósofo, desde Platón en adelante, y que la belleza, la justicia, el bien, la santidad, fueron temas de viva preocupación de los pensadores en todas las épocas. No es menos cierto, sin embargo, que tales preocupaciones no lograban recortar una región propia, sino que cada valor era estudiado aisladamente. La belleza, por ejemplo, interesada por sí misma y no como representante de una especie más amplia.
Si bien no se ha perdido interés en el estudio de la belleza, ésta aparece hoy como una de las formas de una peculiar manera de asomarse al mundo que se llama el valor. Este descubrimiento es uno de los más importantes de la filosofía y consiste, en lo fundamental, en distinguir el ser del valer.
Tanto los antiguos como los modernos incluían, sin tener conciencia de ello, el valor en el ser, y medían a ambos con la misma vara. Los intentos de axiología se dirigían, sin excepción, a valores aislados y en particular al bien y al mal. El estudio de estos valores aislados adquieren hoy nueva significación al advertirse el hilo sutil que los une y la proyección de luz sobre cada uno de estos sectores que arroja toda investigación de conjunto anterior a la nueva. En oposición a este movimiento aparece otro que pretende reducir lo nuevo a lo viejo. Mientras unos sostienen que toda filosofía no es más que axiología, otros se empeñan en que los valores no constituyen ninguna novedad, que se ha descubierto un nombre nuevo para designar viejos modos de ser.
¿A qué podrían reducirse los valores, según esta última concepción? Tres eran los grandes sectores de la realidad que habíamos señalado: las cosas, las esencias y los estados psicológicos. Se intentó, en primer término, reducir los valores a los estados psicológicos. El valor equivale a lo que nos agrada, dijeron unos; se identifica con lo deseado, agregaron otros; es el objeto de nuestro interés, insistieron unos terceros. El agrado, el deseo, el interés, son estados psicológicos; el valor, para estos filósofos, se reduce a meras vivencias.
En abierta oposición con esta interpretación psicologista se constituyó una doctrina que adquirió pronto gran significación y prestigio, y que terminó por sostener, con Nicolai Hartmann, que los valores son esencias, ideas platónicas. El error de esta asimilación de los valores a las esencias se debió en algunos pensadores a la confusión de la irrealidad con la idealidad. La supuesta intemporalidad del valor ha prestado un gran apoyo a la doctrina que pretende incluir los valores entre los objetos ideales.
Si bien nadie ha intentado reducir los valores a las cosas, no hay duda que se confundió a aquellos con los objetos materiales que los sostienen, estoes, con sus depositarios. La confusión se originó en el hecho real de que los valores no existen por sí mismos, sino que descansan en un depositario o sostén que, por o general, es de orden corporal. Así, la belleza, por ejemplo, no existe por sí sola flotando en el aire, sino que está incorporada a algún objeto físico: una tecla, un mármol, un cuerpo humano, etc. La necesidad de un depositario en quien descansar, da al valor un carácter peculiar, le condena a una vida “parasitaria”, pero tal idiosincrasia no puede justificar la confusión del sostén con lo sostenido. Para evitar confusiones en el futuro, conviene distinguir, desde ya, entre los valores y los bienes. Los bienes equivalen a las cosas valiosas, esto es, a las cosas más el valor que se les ha incorporado. Así, un trozo de mármol es una mera cosa; la mano del escultor le agrega belleza al “quitarle todo lo que le sobra”, según la irónica imagen de un escultor, y el mármol-cosa se transformará en una estatua, en un bien. La estatua continúa conservando todas las características del mármol común –su peso, su constitución química, su dureza, etc-; se le ha agregado algo, sin embargo, que la ha convertido en estatua. Este agregado es el valor estético. Los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias: son valores.
2. El valor como bien estructural
Ahora bien, ¿qué son los valores?
Dijimos que los valores no existen por sí mismos, al menos en este mundo: necesitan de un depositario en que descansar. Se nos aparecen, por lo tanto, como meras cualidades de esos depositarios: belleza de un cuadro, elegancia de un vestido, utilidad de una herramienta. Si observamos el cuadro, el vestido, la herramienta, veremos, sin embargo, que la cualidad valorativa es distinta de las otras cualidades.
Hay en los objetos mencionados algunas cualidades que parecen esenciales para la existencia misma del objeto; la extensión, la impenetrabilidad y el peso, por ejemplo. Ninguno de esos objetos podría existir si le faltara alguna de estas cualidades. Por otra parte, son cualidades que los objetos valiosos comparten con los demás objetos y que ellos mismos poseían antes de que se les incorporara un valor. Tales cualidades forman parte de la existencia del objeto, le confiere ser. Pero el valor no confiere ni agrega ser. Pues la piedra existía plenamente antes de ser tallada, antes de que se transformara en un bien. Aquellas cualidades fundamentales, sin las cuales los objetos no podrían existir, son llamadas “cualidades primarias”. Junto a ellas están las
“cualidades secundarias” o cualidades sensibles, como el color, el sabor, el olor, etc. –que pueden distinguirse de las “primarias” debido a su mayor o menor subjetividad, pero que se asemejan a aquéllas, pues forman parte del ser del objeto. Sea el color una impresión subjetiva o esté en el objeto, es evidente que no puede haber un hierro, una tela o un mármol que no tenga color. El color pertenece a la realidad del objeto, a su ser. La elegancia, la utilidad o la belleza, en cambio, no forman parte necesariamente del ser del objeto, pues pueden existir cosas que no tengan tales valores.
“Cualidades terciarias” llamó Samuel Alexander a los valores, a fin de distinguirlos de las otras dos clases de cualidades. La denominación no es adecuada porque los valores no constituyen una tercera especie de cualidades, de acuerdo con un criterio de división común, sino una clase nueva, según un criterio también nuevo de división. Los valores no son cosas ni elementos de cosas, sino propiedades, cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos llamados bienes.
Como las cualidades no pueden existir por sí mismas, los valores pertenecen a los objetos que Husserl llama “no independientes”, es decir, que no tienen sustantividad. Esta propiedad, aparentemente sencilla, es una nota fundamental de los valores. Muchos desvaríos de ciertas teorías axiológicas objetivistas se deben al olvido de que el valor es una cualidad, un adjetivo. Tales teorías resbalaron del adjetivo al sustantivo, y al sustantivar al valor, cayeron en especulaciones sin sentido y en la imposibilidad de descubrir su carácter peculiar. La filosofía actual se ha curado de la tendencia tradicional de sustantivar todos los elementos constitutivos de la realidad. Hoy han adquirido importancia, en cambio, lo verbos, los adjetivos y aun los adverbios.
Detrás de muchos sustantivos tradicionales hay un adjetivo implícito. No hay que dejarse engañar por el lenguaje. La lengua asimila las formas de pesar que prevalecen y la nueva teoría no puede quedar prisionera de la lengua: exige hábitos lingüísticos que se adapten mejor a las nuevas formas de pensar.
Por ser cualidades, los valores son entes parasitarios –que no pueden vivir sin apoyarse en objetos reales- y de frágil existencia, al menos en tanto adjetivos de los “bienes”. Mientras que las cualidades primarias no pueden eliminarse de los objetos, bastan unos golpes de martillo para terminar con la utilidad de un instrumento o la belleza de una estatua. Antes de incorporarse al respectivo portador o depositario, los valores son meras “posibilidades”, esto es, no tienen consistencia real, sino virtual.
No hay que confundirlo los valores con los llamados objetos ideales –esencias, relaciones, conceptos, entes matemáticos-; la diferencia está en que éstos son ideales mientras que los valores no lo son.
Mejor se verá la diferencia si se compara la belleza, que es un valor, con la idea de belleza, primordialmente, por vía emocional, mientras que la idea de belleza se aprende por vía intelectual. Una obra sobre estética no produce ninguna emoción, pues está constituida por conceptos y proposiciones con significación y sentido intelectual. No sucede lo mismo con un poema, donde la metáfora que usa el poeta tiene una intención expresiva y de contagio emocional, y no descriptiva o de conocimiento. De ahí también que los creadores e belleza –poetas, pintores, compositores- sean con frecuencia malos teóricos aun del propio arte que cultivan.
A fin de distinguir los valores de los objetos ideales, se afirma que estos últimos “son”, mientras que los valores no”son” sino que “valen”. Esta distinción de Lotze, como veremos más adelante, es útil para señalar una diferencia entre objetos que habitualmente se confunden, pero es teóricamente objetable.
Se acostumbra afirmar que el valor es una cualidad irreal. La afirmación es correcta aunque vaga, pues la cualidad es negativa y no se sabe de que irrealidad se trata. El valor es irreal en el sentido de que no equivale a ninguna de las cualidades primarias y secundarias. Ni es una nueva cualidad del mismo tipo. Para indicar este carácter se le denominó cualidad sui generis, pero el agregado no aclara mucho. En otro sentido, el valor es real pues tienen existencia en el mundo real y no es una mera fantasía del sujeto.
A nuestro juicio, la irrealidad del valor debe interpretarse como una cualidad estructural (Gestalt-qualität). Una estructura no equivale a la suma de las partes; tales miembros no son homogéneos. La estructura no es abstracta, como son los conceptos, sino concreta, individual. Una orquesta sinfónica es un claro ejemplo de estructura.
Si se interpreta la irrealidad del valor como una cualidad estructural, se explica su carácter, aparentemente contradictorio, de depender de las cualidades empíricas en que se apoya pero, al mismo tiempo, no poder reducirse a tales cualidades.
Una característica fundamental de los valores es la polaridad. Mientras que las cosas son lo que son, los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; lo malo, a lo bueno; lo injusto, a lo justo, etcétera. No se crea que el desvalor, o valor negativo existe por sí mismo y no por consecuencia del valor positivo. La “fealdad” tiene tanta presencia efectivo como la “belleza”; nos encontramos con ella a cada rato. Lo mismo puede decirse de los demás valores negativos como la injusticia, lo desagradable, la deslealtad, etcétera.
Se ha dicho muchas veces que la polaridad implica la ruptura de la indiferencia. Frente a los objetos del mundo físico podemos ser indiferentes. En cambio, tan pronto se incorpora a ellos un valor, la indiferencia no es posible; nuestra reacción –y el valor correspondiente- serán positivos o negativos, de aproximación o rechazo. No hay obra de arte que sea neutra, ni persona que se mantenga indiferente al escuchar una sinfonía, leer un poema o ver un cuadro.
Los valores están, además, ordenados jerárquicamente, esto es, hay valores inferiores y superiores. No debe confundirse la ordenación jerárquica de los valores con su clasificación. Una clasificación no implica, necesariamente, un orden jerárquico. Se puede clasificar a los hombres en gordos y flacos, altos y bajos, solteros y casados, etcétera, sin que ninguno de los grupos tenga mayor jerarquía que el otro. Los valores, en cambio, se dan en un orden jerárquico o tabla de valores. La preferencia revela ese orden jerárquico; al enfrentarse a dos valores, el hombre prefiere comúnmente el superior, aunque a veces elija el inferior por dos razones circunstanciales.
Es más fácil afirmar la existencia de un orden jerárquico que señalar concretamente cual es este orden o indicar criterios válidos que nos permitan establecerlo. No han faltado, por cierto, axiólogos que han pretendido fijarlo de una vez por todas. La crítica ulterior ha mostrado los errores de tales pretensiones y especialmente en los criterios utilizados. Un ejemplo concreto lo constituye la tabla axiología de Max Scheler, que ha sido tomada como paradigma en diccionarios y tratados de lengua castellana, y que está lejos de ofrecer seguridad y consistencia.
Sin embargo, la existencia de un orden jerárquico es una incitación permanente a la acción creadora y a la elevación moral. El sentido creador y ascendente de la vida se basa, fundamentalmente, en la afirmación del valor positivo frente al negativo y del valor superior frente al inferior.
El hombre individualmente, tanto como las comunidades y grupos culturales concretos, se apoyan en alguna tabla. Es cierto que tales tablas no son fijas, sino fluctuantes y no siempre coherentes; pero es indudable que nuestro comportamiento frente al prójimo, sus actos, las creaciones estéticas, etcétera, son juzgados y preferidos de acuerdo con una tabla de valores. Someter a un examen crítico esas tablas de valores que oscuramente influyen en nuestra conducta y nuestras preferencias, es tarea irrenunciable de todo hombre culto. No podrá, sin embargo, determinar críticamente una tabla de valores –dejamos de lado la posibilidad de afirmarla en forma dogmática- sin examinar previamente la validez de los criterios que pueden utilizarse para descubrirla.


Lectura para realizar actividad el 04 de marzo
Indicaciones:
  1. Lee el texto con detenimiento.
  2. NO TE OLVIDES realizar un comentario personal sobre el tema en ésta entrada

GRUPO - 407

Unidad de Aprendizaje 1: 
Aplicación de los principios de la Ética.
Resultado de Aprendizaje: 
1.2. Describir de los problemas contemporáneos planteados mediante la aplicación de los valores éticos para
proponer posibles soluciones.
Tabla de valores
Ejercicios 5 y 6

“¿Qué son los valores?”
Rizieri Frondizi
1. El mundo de los valores
Los valores constituyen un tema nuevo en la filosofía; la disciplina que estudia –la axiología- ensaya sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX. Es cierto que algunos valores inspiraron profundas páginas a más de un filósofo, desde Platón en adelante, y que la belleza, la justicia, el bien, la santidad, fueron temas de viva preocupación de los pensadores en todas las épocas. No es menos cierto, sin embargo, que tales preocupaciones no lograban recortar una región propia, sino que cada valor era estudiado aisladamente. La belleza, por ejemplo, interesada por sí misma y no como representante de una especie más amplia.
Si bien no se ha perdido interés en el estudio de la belleza, ésta aparece hoy como una de las formas de una peculiar manera de asomarse al mundo que se llama el valor. Este descubrimiento es uno de los más importantes de la filosofía y consiste, en lo fundamental, en distinguir el ser del valer.
Tanto los antiguos como los modernos incluían, sin tener conciencia de ello, el valor en el ser, y medían a ambos con la misma vara. Los intentos de axiología se dirigían, sin excepción, a valores aislados y en particular al bien y al mal. El estudio de estos valores aislados adquieren hoy nueva significación al advertirse el hilo sutil que los une y la proyección de luz sobre cada uno de estos sectores que arroja toda investigación de conjunto anterior a la nueva. En oposición a este movimiento aparece otro que pretende reducir lo nuevo a lo viejo. Mientras unos sostienen que toda filosofía no es más que axiología, otros se empeñan en que los valores no constituyen ninguna novedad, que se ha descubierto un nombre nuevo para designar viejos modos de ser.
¿A qué podrían reducirse los valores, según esta última concepción? Tres eran los grandes sectores de la realidad que habíamos señalado: las cosas, las esencias y los estados psicológicos. Se intentó, en primer término, reducir los valores a los estados psicológicos. El valor equivale a lo que nos agrada, dijeron unos; se identifica con lo deseado, agregaron otros; es el objeto de nuestro interés, insistieron unos terceros. El agrado, el deseo, el interés, son estados psicológicos; el valor, para estos filósofos, se reduce a meras vivencias.
En abierta oposición con esta interpretación psicologista se constituyó una doctrina que adquirió pronto gran significación y prestigio, y que terminó por sostener, con Nicolai Hartmann, que los valores son esencias, ideas platónicas. El error de esta asimilación de los valores a las esencias se debió en algunos pensadores a la confusión de la irrealidad con la idealidad. La supuesta intemporalidad del valor ha prestado un gran apoyo a la doctrina que pretende incluir los valores entre los objetos ideales.
Si bien nadie ha intentado reducir los valores a las cosas, no hay duda que se confundió a aquellos con los objetos materiales que los sostienen, estoes, con sus depositarios. La confusión se originó en el hecho real de que los valores no existen por sí mismos, sino que descansan en un depositario o sostén que, por o general, es de orden corporal. Así, la belleza, por ejemplo, no existe por sí sola flotando en el aire, sino que está incorporada a algún objeto físico: una tecla, un mármol, un cuerpo humano, etc. La necesidad de un depositario en quien descansar, da al valor un carácter peculiar, le condena a una vida “parasitaria”, pero tal idiosincrasia no puede justificar la confusión del sostén con lo sostenido. Para evitar confusiones en el futuro, conviene distinguir, desde ya, entre los valores y los bienes. Los bienes equivalen a las cosas valiosas, esto es, a las cosas más el valor que se les ha incorporado. Así, un trozo de mármol es una mera cosa; la mano del escultor le agrega belleza al “quitarle todo lo que le sobra”, según la irónica imagen de un escultor, y el mármol-cosa se transformará en una estatua, en un bien. La estatua continúa conservando todas las características del mármol común –su peso, su constitución química, su dureza, etc-; se le ha agregado algo, sin embargo, que la ha convertido en estatua. Este agregado es el valor estético. Los valores no son, por consiguiente, ni cosas, ni vivencias, ni esencias: son valores.
2. El valor como bien estructural
Ahora bien, ¿qué son los valores?
Dijimos que los valores no existen por sí mismos, al menos en este mundo: necesitan de un depositario en que descansar. Se nos aparecen, por lo tanto, como meras cualidades de esos depositarios: belleza de un cuadro, elegancia de un vestido, utilidad de una herramienta. Si observamos el cuadro, el vestido, la herramienta, veremos, sin embargo, que la cualidad valorativa es distinta de las otras cualidades.
Hay en los objetos mencionados algunas cualidades que parecen esenciales para la existencia misma del objeto; la extensión, la impenetrabilidad y el peso, por ejemplo. Ninguno de esos objetos podría existir si le faltara alguna de estas cualidades. Por otra parte, son cualidades que los objetos valiosos comparten con los demás objetos y que ellos mismos poseían antes de que se les incorporara un valor. Tales cualidades forman parte de la existencia del objeto, le confiere ser. Pero el valor no confiere ni agrega ser. Pues la piedra existía plenamente antes de ser tallada, antes de que se transformara en un bien. Aquellas cualidades fundamentales, sin las cuales los objetos no podrían existir, son llamadas “cualidades primarias”. Junto a ellas están las
“cualidades secundarias” o cualidades sensibles, como el color, el sabor, el olor, etc. –que pueden distinguirse de las “primarias” debido a su mayor o menor subjetividad, pero que se asemejan a aquéllas, pues forman parte del ser del objeto. Sea el color una impresión subjetiva o esté en el objeto, es evidente que no puede haber un hierro, una tela o un mármol que no tenga color. El color pertenece a la realidad del objeto, a su ser. La elegancia, la utilidad o la belleza, en cambio, no forman parte necesariamente del ser del objeto, pues pueden existir cosas que no tengan tales valores.
“Cualidades terciarias” llamó Samuel Alexander a los valores, a fin de distinguirlos de las otras dos clases de cualidades. La denominación no es adecuada porque los valores no constituyen una tercera especie de cualidades, de acuerdo con un criterio de división común, sino una clase nueva, según un criterio también nuevo de división. Los valores no son cosas ni elementos de cosas, sino propiedades, cualidades sui generis, que poseen ciertos objetos llamados bienes.
Como las cualidades no pueden existir por sí mismas, los valores pertenecen a los objetos que Husserl llama “no independientes”, es decir, que no tienen sustantividad. Esta propiedad, aparentemente sencilla, es una nota fundamental de los valores. Muchos desvaríos de ciertas teorías axiológicas objetivistas se deben al olvido de que el valor es una cualidad, un adjetivo. Tales teorías resbalaron del adjetivo al sustantivo, y al sustantivar al valor, cayeron en especulaciones sin sentido y en la imposibilidad de descubrir su carácter peculiar. La filosofía actual se ha curado de la tendencia tradicional de sustantivar todos los elementos constitutivos de la realidad. Hoy han adquirido importancia, en cambio, lo verbos, los adjetivos y aun los adverbios.
Detrás de muchos sustantivos tradicionales hay un adjetivo implícito. No hay que dejarse engañar por el lenguaje. La lengua asimila las formas de pesar que prevalecen y la nueva teoría no puede quedar prisionera de la lengua: exige hábitos lingüísticos que se adapten mejor a las nuevas formas de pensar.
Por ser cualidades, los valores son entes parasitarios –que no pueden vivir sin apoyarse en objetos reales- y de frágil existencia, al menos en tanto adjetivos de los “bienes”. Mientras que las cualidades primarias no pueden eliminarse de los objetos, bastan unos golpes de martillo para terminar con la utilidad de un instrumento o la belleza de una estatua. Antes de incorporarse al respectivo portador o depositario, los valores son meras “posibilidades”, esto es, no tienen consistencia real, sino virtual.
No hay que confundirlo los valores con los llamados objetos ideales –esencias, relaciones, conceptos, entes matemáticos-; la diferencia está en que éstos son ideales mientras que los valores no lo son.
Mejor se verá la diferencia si se compara la belleza, que es un valor, con la idea de belleza, primordialmente, por vía emocional, mientras que la idea de belleza se aprende por vía intelectual. Una obra sobre estética no produce ninguna emoción, pues está constituida por conceptos y proposiciones con significación y sentido intelectual. No sucede lo mismo con un poema, donde la metáfora que usa el poeta tiene una intención expresiva y de contagio emocional, y no descriptiva o de conocimiento. De ahí también que los creadores e belleza –poetas, pintores, compositores- sean con frecuencia malos teóricos aun del propio arte que cultivan.
A fin de distinguir los valores de los objetos ideales, se afirma que estos últimos “son”, mientras que los valores no”son” sino que “valen”. Esta distinción de Lotze, como veremos más adelante, es útil para señalar una diferencia entre objetos que habitualmente se confunden, pero es teóricamente objetable.
Se acostumbra afirmar que el valor es una cualidad irreal. La afirmación es correcta aunque vaga, pues la cualidad es negativa y no se sabe de que irrealidad se trata. El valor es irreal en el sentido de que no equivale a ninguna de las cualidades primarias y secundarias. Ni es una nueva cualidad del mismo tipo. Para indicar este carácter se le denominó cualidad sui generis, pero el agregado no aclara mucho. En otro sentido, el valor es real pues tienen existencia en el mundo real y no es una mera fantasía del sujeto.
A nuestro juicio, la irrealidad del valor debe interpretarse como una cualidad estructural (Gestalt-qualität). Una estructura no equivale a la suma de las partes; tales miembros no son homogéneos. La estructura no es abstracta, como son los conceptos, sino concreta, individual. Una orquesta sinfónica es un claro ejemplo de estructura.
Si se interpreta la irrealidad del valor como una cualidad estructural, se explica su carácter, aparentemente contradictorio, de depender de las cualidades empíricas en que se apoya pero, al mismo tiempo, no poder reducirse a tales cualidades.
Una característica fundamental de los valores es la polaridad. Mientras que las cosas son lo que son, los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente valor negativo. Así, a la belleza se le opone la fealdad; lo malo, a lo bueno; lo injusto, a lo justo, etcétera. No se crea que el desvalor, o valor negativo existe por sí mismo y no por consecuencia del valor positivo. La “fealdad” tiene tanta presencia efectivo como la “belleza”; nos encontramos con ella a cada rato. Lo mismo puede decirse de los demás valores negativos como la injusticia, lo desagradable, la deslealtad, etcétera.
Se ha dicho muchas veces que la polaridad implica la ruptura de la indiferencia. Frente a los objetos del mundo físico podemos ser indiferentes. En cambio, tan pronto se incorpora a ellos un valor, la indiferencia no es posible; nuestra reacción –y el valor correspondiente- serán positivos o negativos, de aproximación o rechazo. No hay obra de arte que sea neutra, ni persona que se mantenga indiferente al escuchar una sinfonía, leer un poema o ver un cuadro.
Los valores están, además, ordenados jerárquicamente, esto es, hay valores inferiores y superiores. No debe confundirse la ordenación jerárquica de los valores con su clasificación. Una clasificación no implica, necesariamente, un orden jerárquico. Se puede clasificar a los hombres en gordos y flacos, altos y bajos, solteros y casados, etcétera, sin que ninguno de los grupos tenga mayor jerarquía que el otro. Los valores, en cambio, se dan en un orden jerárquico o tabla de valores. La preferencia revela ese orden jerárquico; al enfrentarse a dos valores, el hombre prefiere comúnmente el superior, aunque a veces elija el inferior por dos razones circunstanciales.
Es más fácil afirmar la existencia de un orden jerárquico que señalar concretamente cual es este orden o indicar criterios válidos que nos permitan establecerlo. No han faltado, por cierto, axiólogos que han pretendido fijarlo de una vez por todas. La crítica ulterior ha mostrado los errores de tales pretensiones y especialmente en los criterios utilizados. Un ejemplo concreto lo constituye la tabla axiología de Max Scheler, que ha sido tomada como paradigma en diccionarios y tratados de lengua castellana, y que está lejos de ofrecer seguridad y consistencia.
Sin embargo, la existencia de un orden jerárquico es una incitación permanente a la acción creadora y a la elevación moral. El sentido creador y ascendente de la vida se basa, fundamentalmente, en la afirmación del valor positivo frente al negativo y del valor superior frente al inferior.
El hombre individualmente, tanto como las comunidades y grupos culturales concretos, se apoyan en alguna tabla. Es cierto que tales tablas no son fijas, sino fluctuantes y no siempre coherentes; pero es indudable que nuestro comportamiento frente al prójimo, sus actos, las creaciones estéticas, etcétera, son juzgados y preferidos de acuerdo con una tabla de valores. Someter a un examen crítico esas tablas de valores que oscuramente influyen en nuestra conducta y nuestras preferencias, es tarea irrenunciable de todo hombre culto. No podrá, sin embargo, determinar críticamente una tabla de valores –dejamos de lado la posibilidad de afirmarla en forma dogmática- sin examinar previamente la validez de los criterios que pueden utilizarse para descubrirla.

Lectura para realizar actividad el 02 de marzo
Indicaciones:
  1. Lee el texto con detenimiento.
  2. NO TE OLVIDES realizar un comentario personal sobre el tema en ésta entrada

martes, 24 de febrero de 2015

GRUPO - 403

Identificación de la evolución en las sociedades

1.1  Analiza los tipos y funciones de la sociedad para comprender los fenómenos sociales, políticos, económicos.

Funciones de la sociedad.
En la lectura siguiente encontrarás una definición de la sociedad, así como su clasificación, valores, estatus, roles e interacciones sociales. Todos ellos son elementos centrales que te permitirán conocer cómo ha evolucionado la sociedad humana, y también sus bases y rasgos más importantes.
Resulta de particular importancia que conozcas las diversas características de la sociedad simple (tradicional), compleja (tecnológica o industrial) y posindustrial. Esto será un elemental punto de partida 'para poder llegar a explicaciones útiles sobre los rasgos predominantes de la sociedad moderna y para entender una serie de normas que hacen posible la vida en sociedad. El propósito es iniciar un aprendizaje sobre el complejo funcionamiento de la sociedad.

Distintos tipos de sociedad
Partamos de un hecho obvio: el ser humano necesita vivir en comunidad para asegurar su subsistencia. Sólo en cooperación con otros puede conseguir cosas tan simples y a la vez tan imprescindibles como alimento, transporte, un lugar donde habitar, la conservación de la salud, etcétera.
El ser humano necesita por fuerza organizarse con otros y repartirse las tareas para producir los bienes que necesita y contar con los servicios indispensables en su vida cotidiana. Es, por lo tanto, un ser social.
Por eso los seres humanos no existen aislados. Viven en comunidad, forman pueblos, ciudades, países; constituyen familias y crean parentescos; tienen familiares, amigos, vecinos, compadres, compañeros de escuela o de trabajo; se reúnen con otros en torno a creencias, aficiones e intereses comunes, como la religión, tendencias políticas o el gusto por algún deporte.
No hay un solo grupo social. Existen muchos de ellos, originados en muy diversas condiciones de tiempo y espacio. Los grupos sociales dependen de distintos momentos históricos o de determinadas circunstancias geográficas, económicas, políticas o religiosas.
Las relaciones entre personas dan origen a diversas formas de organización social, que pueden ser grupos como la familia, el pueblo, la ciudad, la nación o la comunidad internacional, o instituciones como la escuela, el sindicato, el partido político, la iglesia, la estructura de gobierno, etcétera.
Al conjunto de todas esas agrupaciones sociales -grupos e instituciones- se le llama sociedad.
La sociedad es el conjunto de individuos que tienen relaciones de interdependencia y que reunidos en grupos de diversas dimensiones y distintos significados, integran un grupo mayor.
¿Qué es la sociedad?
concepto tan abstracto y tan complejo, que todos los días utilizamos y del que difícilmente nos preguntamos sobre su amplio y rico significado, se puede agregar que la sociedad es una estructura formada por grupos interrelacionados entre sí, considerados como una unidad y que comparten una cultura común. Para poder entender un
La sociedad en la que vivimos, el lugar que ocupamos en ella y los papeles que jugamos influyen tanto en la experiencia individual como en la conducta social. Somos producto de la sociedad en la que vivimos y del lugar que ocupamos en ella.
Una sociedad funciona de manera adecuada y normal cuando los actos sociales se desarrollan de manera eficiente y satisfactoria. Esto supera cualquier acción individual aislada que intente cumplir con todas las tareas sociales
¿Cuáles son las funciones de la sociedad?
Cabe agregar que la sociedad desempeña ciertas funciones a través de expresiones particulares que responden a distintos grupos sociales. A continuación se anotan, con un ejemplo en cada caso, cinco de las más Importantes:
• La reproducción biológica de sus miembros (por medio de la familia).
• La transmisión de normas sociales (educación).
• Actividades económicas para satisfacer necesidades (fábricas).
• Mantener una armonía social (instituciones gubernamentales).
• Dar respuesta social a las necesidades religiosas (iglesias).

Clasificación de la sociedad
Son varias las formas en que se ha clasificado a la sociedad. La diferencia más importante para distinguir entre una y otra sociedad es la cultura de cada una. La sociedad se diferencia más por su cultura que por su estructura o funciones.
Por ello es importante recordar que la sociedad y la cultura están íntimamente ligadas, y sólo para efecto de análisis se puede hablar de ellas de manera separada. En este apartado abordaremos algunas de las muy variadas formas en que ha sido clasificada la sociedad a través del tiempo.
Sociedad con predominio de un grupo se ha hecho una clasificación de la sociedad a partir del predominio de un grupo o institución sobre los demás, y consiste en cuatro categorías principales:
Sociedad dominada por la economía. Los empresarios gozan de un estatus alto, los valores comerciales y materiales tienen gran influencia en el comportamiento de las personas y se dedica más tiempo y dinero para el desarrollo de los grupos económicos.
Sociedad dominada por la familia. Hay estrechos vínculos de parentesco y se da un lugar especial a los ancianos. El origen familiar determina el prestigio social.
Sociedad dominada por la religión. Gira sobre aspectos sobrenaturales, resaltando las relaciones entre Dios o los dioses y el hombre. Prácticamente todos los grupos se encuentran subordinados a lo religioso.
Sociedad dominada por la política. Existe una marcada presencia del Estado, el cual interviene en casi todos los aspectos de la vida social. Generalmente es un poder centralizado.
En la realidad estas sociedades no se encuentran de manera pura; es decir, no hay sociedad exclusivamente económica, familiar, religiosa o política. Estos aspectos, junto con otros importantes, como la educación, la recreación y el lenguaje, se encuentran presentes en toda sociedad; lo que varía es su peso, su influencia. 

Entrega 03 de marzo
Actividad 1.
Indicaciones:
·         Realiza la lectura
·         Identifica los elementos de que constituyen en la sociedad
·         NO OLVIDES realizar un comentario en ésta entrada.

Actividad 2.
·        Elabora la lectura
·      Realiza un cuadro sinóptico en el que describas cuáles son los elementos que conforman a la sociedad y sus características.
·        NO OLVIDES realizar un comentario en ésta entrada.
                  
Actividad 3. Mapa mental: Funciones de la sociedad.
·        Realiza la lectura
·    Haz un mapa mental en el que se describa cuáles son las funciones de la sociedad a partir del grupo predominante.
NO OLVIDES realizar un comentario en ésta entrada.
Grupo - 402


Identificación de la evolución en las sociedades

1.1  Analiza los tipos y funciones de la sociedad para comprender los fenómenos sociales, políticos, económicos.

Funciones de la sociedad.

En la lectura siguiente encontrarás una definición de la sociedad, así como su clasificación, valores, estatus, roles e interacciones sociales. Todos ellos son elementos centrales que te permitirán conocer cómo ha evolucionado la sociedad humana, y también sus bases y rasgos más importantes.
Resulta de particular importancia que conozcas las diversas características de la sociedad simple (tradicional), compleja (tecnológica o industrial) y posindustrial. Esto será un elemental punto de partida 'para poder llegar a explicaciones útiles sobre los rasgos predominantes de la sociedad moderna y para entender una serie de normas que hacen posible la vida en sociedad. El propósito es iniciar un aprendizaje sobre el complejo funcionamiento de la sociedad.

Distintos tipos de sociedad
Partamos de un hecho obvio: el ser humano necesita vivir en comunidad para asegurar su subsistencia. Sólo en cooperación con otros puede conseguir cosas tan simples y a la vez tan imprescindibles como alimento, transporte, un lugar donde habitar, la conservación de la salud, etcétera.
El ser humano necesita por fuerza organizarse con otros y repartirse las tareas para producir los bienes que necesita y contar con los servicios indispensables en su vida cotidiana. Es, por lo tanto, un ser social.
Por eso los seres humanos no existen aislados. Viven en comunidad, forman pueblos, ciudades, países; constituyen familias y crean parentescos; tienen familiares, amigos, vecinos, compadres, compañeros de escuela o de trabajo; se reúnen con otros en torno a creencias, aficiones e intereses comunes, como la religión, tendencias políticas o el gusto por algún deporte.
No hay un solo grupo social. Existen muchos de ellos, originados en muy diversas condiciones de tiempo y espacio. Los grupos sociales dependen de distintos momentos históricos o de determinadas circunstancias geográficas, económicas, políticas o religiosas.
Las relaciones entre personas dan origen a diversas formas de organización social, que pueden ser grupos como la familia, el pueblo, la ciudad, la nación o la comunidad internacional, o instituciones como la escuela, el sindicato, el partido político, la iglesia, la estructura de gobierno, etcétera.
Al conjunto de todas esas agrupaciones sociales -grupos e instituciones- se le llama sociedad.
La sociedad es el conjunto de individuos que tienen relaciones de interdependencia y que reunidos en grupos de diversas dimensiones y distintos significados, integran un grupo mayor.
¿Qué es la sociedad?
concepto tan abstracto y tan complejo, que todos los días utilizamos y del que difícilmente nos preguntamos sobre su amplio y rico significado, se puede agregar que la sociedad es una estructura formada por grupos interrelacionados entre sí, considerados como una unidad y que comparten una cultura común. Para poder entender un
La sociedad en la que vivimos, el lugar que ocupamos en ella y los papeles que jugamos influyen tanto en la experiencia individual como en la conducta social. Somos producto de la sociedad en la que vivimos y del lugar que ocupamos en ella.
Una sociedad funciona de manera adecuada y normal cuando los actos sociales se desarrollan de manera eficiente y satisfactoria. Esto supera cualquier acción individual aislada que intente cumplir con todas las tareas sociales
¿Cuáles son las funciones de la sociedad?
Cabe agregar que la sociedad desempeña ciertas funciones a través de expresiones particulares que responden a distintos grupos sociales. A continuación se anotan, con un ejemplo en cada caso, cinco de las más Importantes:
• La reproducción biológica de sus miembros (por medio de la familia).
• La transmisión de normas sociales (educación).
• Actividades económicas para satisfacer necesidades (fábricas).
• Mantener una armonía social (instituciones gubernamentales).
• Dar respuesta social a las necesidades religiosas (iglesias).

Clasificación de la sociedad
Son varias las formas en que se ha clasificado a la sociedad. La diferencia más importante para distinguir entre una y otra sociedad es la cultura de cada una. La sociedad se diferencia más por su cultura que por su estructura o funciones.
Por ello es importante recordar que la sociedad y la cultura están íntimamente ligadas, y sólo para efecto de análisis se puede hablar de ellas de manera separada. En este apartado abordaremos algunas de las muy variadas formas en que ha sido clasificada la sociedad a través del tiempo.
Sociedad con predominio de un grupo se ha hecho una clasificación de la sociedad a partir del predominio de un grupo o institución sobre los demás, y consiste en cuatro categorías principales:
Sociedad dominada por la economía. Los empresarios gozan de un estatus alto, los valores comerciales y materiales tienen gran influencia en el comportamiento de las personas y se dedica más tiempo y dinero para el desarrollo de los grupos económicos.
Sociedad dominada por la familia. Hay estrechos vínculos de parentesco y se da un lugar especial a los ancianos. El origen familiar determina el prestigio social.
Sociedad dominada por la religión. Gira sobre aspectos sobrenaturales, resaltando las relaciones entre Dios o los dioses y el hombre. Prácticamente todos los grupos se encuentran subordinados a lo religioso.
Sociedad dominada por la política. Existe una marcada presencia del Estado, el cual interviene en casi todos los aspectos de la vida social. Generalmente es un poder centralizado.
En la realidad estas sociedades no se encuentran de manera pura; es decir, no hay sociedad exclusivamente económica, familiar, religiosa o política. Estos aspectos, junto con otros importantes, como la educación, la recreación y el lenguaje, se encuentran presentes en toda sociedad; lo que varía es su peso, su influencia. 

Entrega 04 de marzo
Actividad 1.
Indicaciones:
·         Realiza la lectura
·         Identifica los elementos de que constituyen en la sociedad
·         NO OLVIDES realizar un comentario en ésta entrada.

Actividad 2.
·        Elabora la lectura
·      Realiza un cuadro sinóptico en el que describas cuáles son los elementos que conforman a la sociedad y sus características.
·        NO OLVIDES realizar un comentario en ésta entrada.
                  
Actividad 3. Mapa mental: Funciones de la sociedad.
·        Realiza la lectura
·    Haz un mapa mental en el que se describa cuáles son las funciones de la sociedad a partir del grupo predominante.
NO OLVIDES realizar un comentario en ésta entrada.

martes, 17 de febrero de 2015

Grupo - 408

Ejercicio No. 2
Aplicación de los principios de la Ética.
1.1. Identificar los principios de la ética y la moral para valorar el comportamiento propio y el de los demás.


“Los problemas capitales de la ética (visión panorámica)”

Es un principio, indiscutido ya por lógicos y metodológicos, que el progreso de una ciencia se mide por la precisión con que formula sus problemas. Las ciencias cuya problemática es más exacta y minuciosa, sin duda alguna, son las que ostentan una evolución más perceptible.
Esta consideración metodológica tiene también gran significación para la filosofía moral. Sus más eminentes especialistas propugnan por caracterizar del mejor modo los problemas que le son peculiares.
Atendiendo a este propósito, a continuación desdoblaremos el concepto de Ética, ganado ya, para formular los problemas fundamentales de ella. Las denominaciones empleadas se han seleccionado entre las usadas por los pensadores más destacados. Con todo, quedarán consignadas aquellas de gran popularidad, a fin de facilitar la comprensión de toda literatura sobre asuntos de filosofía moral.
La reflexión filosófica sobre el factum de la cultura llamado moralidad conduce a los siguientes temas capitales:
a) El problema de la esencia del acto ético: la libertad.
Hay que subrayar aquí que la palabra “esencia” no esta tomada en un sentido metafísico, sino meramente lógico. No significa para nosotros una substancia o “cosa en sí ”supra-empírica; al contrario, lo que para los lógicos de nuestros tiempos designa, a saber, la significación fundamental de un objeto, la unidad de las determinaciones permanentes de una cosa. Dentro de esta aceptación del término, podemos decir, v. gr., ¿cuál es la esencia del triángulo?, para preguntar sencillamente por lo que es, lo que significa triángulo en general, la esencia, así, es el conjunto de determinaciones gracias a las cuales se reconoce que enumeradas figuras son triángulos por igual, a pesar de su diverso tamaño, situación recíproca de sus lados, etcétera.
El problema de la esencia del acto moral podemos circunscribirlo, por tanto, en las siguientes preguntas: ¿qué es un acto ético? ¿Cuándo puede decirse que un sujeto realiza un acto moral? ¿Qué pensamos –se entiende que correctamente- cuando hablamos de actividad moral? o, quizás todavía con más vigor: ¿Qué es el factum de la moralidad? En la literatura de la filosofía moral el tema de la esencia del acto ético también se designa con el rubro del problema del origen de la moralidad. Esta denominación se explica y justifica, porque cuando se indaga qué es un acto ético, no se hace otra cosa sino precisar qué condiciones de la conciencia hacen posible, determinar el nacimiento de la acción moral.
Justamente, una de las condiciones que hacen posible el acto moral es la aptitud o capacidad del hombre para tomar por sí mismo una decisión en su conducta, vale decir la libertad de elección (libre albedrío, liberum arbitrium). Así se comprende que, dentro del tema general de la esencia del acto ético, tenga pertinente acomodo el clásico problema de la libertad humana.
Con el problema de la esencia de la moralidad, la ética, como toda ciencia, se propone fijar el objeto de su estudio, su fin cognoscitivo, el horizonte de su investigación. La delimitación del objeto de una esencia se impone como tarea preliminar. Según esto, puede apreciarse el peligro de aquella filosofía que enfáticamente declara que los valores no son definibles. De acuerdo con la exigencia lógica, la ética, para merecer el nombre de ciencia, tiene que precisar en forma inequívoca su objeto de estudio.
b) El problema de la valoración moral. Las virtudes éticas.
El segundo problema capital de la ética es el más difícil y controvertido. Mostrando lo que sea en general la moralidad, se impone la tarea de encontrar un principio estimativo que permita distinguir el acto ético, digno, valioso, del indigno y reprobable.
En otras palabras: lo que sea lo bueno, y su contra-polo, lo malo.
En la filosofía moral se entiende por acto ético tanto lo moralmente bueno como lo moralmente malo. Bueno y malo son, por lo tanto, especies lógicas del género moralidad. En la ética filosófica no implica pleonasmo ni contradicción hablar de un acto moralmente bueno como de uno moralmente malo.
A éste problema de le han dado las soluciones más extrañas y variadas. Se ha declarado que lo bueno es ora el placer, ora el “amor al prójimo”; que lo constituye la felicidad, o que radica en “fomentar la cultura”; que estriba ya en la búsqueda de la utilidad, ya en el desarrollo de la vida, etc. Otros han sostenido que lo bueno es relativo, que es imposible encontrar un principio general que lo caracterice.
¿Cuál de todas estas opiniones es la verdadera? La ética tiene que dar respuesta a esta cuestión en algún sentido justificado.
El problema de la valorización moral, o, como también se le designa de la axiología de la moralidad, tiene que ocuparse además, de los valores éticos derivados, llamados por clásicos filósofos virtudes morales. Resuelto el problema axiológico fundamental de lo bueno, la ética, en efecto, pregunta por lo que sean la veracidad, la templanza, la valentía, la justicia, la sinceridad, así como por los contravalores: la mentira, el desenfreno, la cobardía, la injusticia, etcétera.
c) El problema de la obligatoriedad moral. La moral social.
El factum de la moralidad consiste siempre en una serie de normas, en una serie de imperativos. La actividad moral está regida, de continuo, por exigencias. “Ama a tu prójimo”, “busca el mayor bien para el mayor número”, “fomenta la cultura”, etc., son imperativos que valieron en otros tiempos o están en vigor todavía hoy. La ética presenta su tercer problema frente a este hecho y pregunta: ¿en que radica la fuerza obligatoria de la norma moral?
¿En qué se funda la obligatoriedad de los preceptos morales? ¿Provienen de una voluntad extraña (heteronomía), o se originan en una autodeterminación del hombre (autonomía)?
Morales heterónomas han sostenido que la vigencia de un precepto moral proviene de un mandato externo, ya divino (ética teológica), ya humano (dictadura). Otras, en cambio, afirman que todo imperativo moral debe ser el resultado de una libre aceptación (ética autónoma). Frente a esta alternativa que constituye el problema de la obligatoriedad moral, toma partido la ética en forma consecuente.
En relación íntima con aquel hecho surge esta otra cuestión, raras veces presentada con claridad: ¿cuál es el alcance de la obligatoriedad de la norma?
¿Es justificado que se exija a todos los hombres o a ciertos grupos de ellos solamente? También aquí las opiniones se han dividido: unos filósofos han declarado que los valores morales deben tener un alcance social, colectivo, universal (ética social); otros, ciertamente los menos, sostienen que este alcance debe limitarse a algunos grupos (ética clasista) o a ciertos individuos (ética individual).
d) El problema de la realización de los valores morales. Los bienes morales y el progreso moral.
La elucidación filosófica acerca del territorio de la cultura llamado moralidad encuentra su término en un tema que hasta en los últimos tiempos se ha destacado con todo rigor: el de la realización de los valores morales. ¿Qué es el progreso moral? ¿Cómo se moralizan gradualmente individuo y comunidad? ¿Qué instituciones sociales son idóneas para la realización de los valores morales?: he aquí formulada escuetamente la serie de problemas de este importante capítulo de la ética.
Después de haber decidido, en efecto, lo que sea lo moral en general y de haber indagado con precisión en que radica su valor positivo (esencia de lo bueno); después de haber discutido por qué la norma obliga socialmente, se impone este último problema ¿Cuáles son los medios más adecuados para llevar a efecto la moralidad de los hombres? ¿La institución social “familia” en su régimen monogámico cumple estas condiciones? ¿Qué valor tienen en general para ello el Estado, la escuela, la Iglesia, las instituciones económicas, etc.? ¿Es preciso transformar algunas de estas formaciones culturales?
¿Qué condiciones deben satisfacer todas estas instituciones para que la vida moral digna se desenvuelva en su plenitud?
Estos usos e instituciones reciben el nombre de bienes morales. Los bienes de la cultura, como ya se dijo, son las creaciones humanas a través de las cuales se realizan los valores. Los bienes morales son los usos e instituciones que hacen posible la moralización eficiente del hombre. Una doble tarea, en suma, tiene la ética frente a ellos: primero, trata de ponderar, justipreciar, estos bienes, tal como se ofrecen en la realidad. Esta tarea es de carácter crítico, y convierte, por ello, la ética en una ética concreta, ya que han de encarar situaciones circunstanciales. Segundo, establece los nexos y relaciones entre los valores morales y estos bienes, mostrando sistemáticamente cómo es posible que los ideales se truequen en realidades, de manera creciente y progresiva.

Autor: Francisco Larroyo.

Entrega 25 de febrero
Indicaciones:
  1. Lee el texto con detenimiento.
  2. Realiza un resumén y una conclusión personal sobre el tema que entregarás en clase.
  3. NO TE OLVIDES realizar un comentario personal sobre el tema en ésta entrada.